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25 noviembre, 2015

¿Saben? Sucede una cosa bastante curiosa cuando tratas de armar un puzle. Para que esté completo, todas, absolutamente todas sus piezas han de estar dispuestas de manera correcta. Como las manecillas de un reloj: un engranaje tras otro cumpliendo a la perfección sus funciones. Perder una porción de, qué sé yo, ‘La noche estrellada’ de Vincent Van Gogh, hace que la composición esté incompleta. Y sin embargo, como en el cine, los ojos conectan los huecos faltantes de la película en una suerte de flujo en movimiento. Parte del puzle está dentro de nosotros mismos. Podemos ver ese dead pixel, el agujero de esa pieza huérfana caída bajo el mueble del salón, e integrar las estrellas faltantes en el lienzo. Con un pellizco de imaginación.

Pasados los diez primeros números, en GameReport también tuvimos que tirar de imaginación. Esta labor, tan poco retributiva, desgasta. Por suerte estamos ante una de las temáticas favoritas de la redacción. El género de puzles siempre ha estado ahí, es al videojuego lo que la fotografía al cine. Armar una mecánica compleja, hacerla funcional, implica un rompecabezas donde el emisor-juego y el receptor-jugador han de comunicarse, colaborar, ensamblar tanto el que solicita pulsar botones como el que acepta pulsarlos. GR#11 contiene gran parte de lo que nos faltaba como revista: más tiempo para trabajar, más firmas —con sus respectivas voces y perspectivas— y más espacio para componer un paramento bien urdido. Y para todas las edades, nada de esos «a partir de siete años». Sólo un género como éste podría conciliar los fans de ‘Cookie Jam’ con los de ‘Street Fighter’, demonios.

En él pueden leer sobre la historia fundacional de ‘Tetris’ hasta sus últimas iteraciones, desde la virtud de parir ‘Braid’ al tropiezo (positivo) que supone jugar a ‘Catherine’; el dueto nintendero de ‘Yoshi’s Woolly World’ y ‘Captain Toad’ se dan la mano con el denostado ‘Goof Troop’, y la serie del profesor Layton nos recuerda que puzles hay en cada recoveco de nuestra existencia. Hasta nos permitimos flirtear con Houdini o divagar bajo los mimbres de Doležel. GameReport #11 requiere armarse en la cabeza, reposarse un tanto, leerse sin prisa, que ansiedades ya tenemos bastantes en el día a día. A nosotros nos ha llevado cuatro meses que han servido además para reformar tanto la estética de la web como la actitud de la revista. Así que cojan, sin miedo, este cubo de piezas —escritas— y desparrámenlo en sus discos duros o tablets. Verán como merece la pena en cuanto tengan la forma completa.

+ Descarga GameReport #11: Mentes encerradas: Cartografía del caos.

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¡Nos hemos mudado!

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