Viviendo la aventura

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8 junio, 2016

Un día estás abrazando las horas muertas, el rumor de las aceras y los patios, recortando un cohete con la caja de galletas, pilotando un F 18 de onomatopeyas o peleándote porque alguien ha elegido tu Tortuga Ninja favorita antes que tú, y al día siguiente ¡BAM! En algún momento de los últimos treinta segundos te has convertido en adulto. Es una transición efímera, de papel y plica, de silencios y excesos. Entonces la caja no vuelve a ser un cohete nunca jamás. No te engañes, hasta el escritor de cuentos infantiles arropa a sus vástagos sabiéndose un adulto preocupado por pagar facturas. El tiempo es una centrifugadora, imparable.

La aventura está adscrita a la infancia como el sacrificio a la edad adulta. Así es como caemos en las garras del error: el sacrificio no debe ser sino aventura. Cueste lo que cueste. No se trata de disfrazarse de un Peter Pan barrigón, ni de hacer con la nostalgia una segunda piel y mudarla, como las serpientes, a conveniencia. Se trata de observar. Todo tránsito puede transformarse en travesía. Hace una semana mi hijo me dijo una frase como un puñal: ¿ya soy mayor, tan pronto? Le pedí que «fuera responsable con sus cosas». Y algo adquirió forma en nuestras cabezas, algo que no era propio de ninguno de los dos: nos estábamos dejando oxidar. Porque no se trataba de responsabilidad, sino de molicie. Y él, autoconsciente, contaba la fecha de caducidad de su infancia como si habláramos de un yogurt.

En las páginas del decimotercer número de GameReport hablamos de la aventura. La física, donde se dan la mano Indy en su ‘Fate of Atlantis’ con Lara Croft, mutante e imperecedera, y donde recorremos el camino hacia una madurez consciente a través de la saga ‘Uncharted’, en un reportaje de 26 páginas. También la aventura intelectual, con apuntes sobre narrativa interactiva, la vida y obra de Roberta Williams, Frédérick Raynal, Jordan Mechner, y el cardinal punto de apoyo iniciado con ‘Adventure’, el videojuego de William Crowther. Y la emocional, donde apenas olfatear el aire vespertino nos invade y traslada a mundos jamás visitados pero soñados. Porque en todo aventurero cohabita un soñador veraz.

De este número salimos muy contentos. Hemos copado cada centímetro de experiencias y mensajes. Las 152 páginas se nos han quedado en un colmillo. Hemos pateado cada cueva y escalado cada montaña, cantado loas piratas y maldicho la repetición y el tedio. Porque jugar no debería ser burda imitación de la rutina, acaso lectura sobre los roles. Hemos disfrutado del viaje sin pensar en el destino. Porque no hay más meta que el morir. El resto es todo aventura.

+ Hazte con GameReport #13: Cuevas y montañas: Viajes sin destino.

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